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Una ocasión perdida
Niccolò Paganini (1781-1840), violinista con mucho talento, encargó a Berlioz un concierto con el objetivo de resaltar la sonoridad de su viola Stradivarius, la cual había adquirido recientemente. Berlioz compuso el primer movimiento del concierto para viola y orquesta, pero a Paganini no le gustó, pues según él le faltaba ingenio, así que nunca lo tocó. Berlioz continuó su obra, que llegó a ser la sinfonía «Harold en Italia».
Ésta fue tocada por otro violinista y resultó un verdadero éxito. Más tarde, al oír tocar la obra, Paganini comprendió su error. Aunque estaba muy enfermo, fue a felicitar a Berlioz y le hizo un importante regalo. ¡Pero nada podía compensar la ocasión perdida!
¿Quién no ha dejado pasar bellas ocasiones en su vida? Todos debemos tomar decisiones que tienen consecuencias inmediatas o futuras. Algunas son irreversibles y otras no. Pero cada uno de nosotros debe tomar una decisión de capital importancia: ¿Cómo vivir: con Dios o lejos de él? Dios nos ofrece su presencia, y para la eternidad un lugar de felicidad sin fin.
Aprovechar esta oportunidad es reconocer que soy pecador, que necesito un Salvador; es creer que Jesucristo murió en la cruz por mis pecados, y que él es ese Salvador que necesito.
Rechazar esta oferta o permanecer indiferente es perder la ocasión de beneficiarse de la felicidad que Dios da a los que merecían la condenación: la de pasar la eternidad con él.
Es escoger pasar una eternidad en medio del sufrimiento, sin Dios, con el remordimiento de haber perdido la ocasión.
Nehemías 13 - Juan 12:27-50 - Salmo 119:57-64 - Proverbios 26:9-10
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