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La obra de Dios
La gracia no mejora al pecador, lo salva. El pecado que sujeta al hombre lo separa de Dios; la gracia lo libera de esa esclavitud y lo lleva a Dios.
Cuando el hombre arruinó todo y, por consiguiente, perdió todo, el Señor sacó partido de esa situación para revelar sus propios recursos. Del desierto del hombre, Jesús hace un campo fértil.
La duda no es humildad; al contrario, es orgullo. No creer lo que Dios afirma en la Biblia es pretender saber más que él, es hacerle mentiroso.
La sangre de Cristo purifica de todo pecado y hace de un injusto alguien que puede sostener la mirada de Dios, porque está cubierto con las perfecciones de Cristo.
Nada es gratuito en este mundo. Satanás vende todo, y lo vende excesivamente caro, ya que las almas son el precio de ello. Para hallar a alguien que da, se debe acudir a Dios. Su gracia no tiene límites. Por más culpables que seamos, Dios nos ama. Podemos buscar en el mundo entero, pero experimentaremos que sólo Jesús puede satisfacer plena y definitivamente nuestra necesidad de amor.
Cuando el hombre arruinó todo y, por consiguiente, perdió todo, el Señor sacó partido de esa situación para revelar sus propios recursos. Del desierto del hombre, Jesús hace un campo fértil.
La duda no es humildad; al contrario, es orgullo. No creer lo que Dios afirma en la Biblia es pretender saber más que él, es hacerle mentiroso.
La sangre de Cristo purifica de todo pecado y hace de un injusto alguien que puede sostener la mirada de Dios, porque está cubierto con las perfecciones de Cristo.
Nada es gratuito en este mundo. Satanás vende todo, y lo vende excesivamente caro, ya que las almas son el precio de ello. Para hallar a alguien que da, se debe acudir a Dios. Su gracia no tiene límites. Por más culpables que seamos, Dios nos ama. Podemos buscar en el mundo entero, pero experimentaremos que sólo Jesús puede satisfacer plena y definitivamente nuestra necesidad de amor.
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