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Ingeniero, artista y poeta
Jaime y Rodrigo, dos estudiantes, estaban charlando. Jaime afirmaba: «El universo se formó por casualidad, como resultado de una serie de acontecimientos que los científicos explican cada vez mejor. Hay que ser demasiado inocente para creer todavía en el relato del Génesis».
Rodrigo, con una sonrisa, le respondió: «Con respecto a la casualidad, ayer leí un artículo muy original. Se cuenta que para construir la torre Eiffel en París, Gustave Eiffel utilizó la casualidad. Reunió a todos sus obreros y les pidió que cada uno trajese un trozo de material, cualquier cosa. Luego cada uno tenía que colocar su trozo en el orden que Eiffel echó a suertes. Por casualidad, todos los obreros trajeron su material, todo encajó perfectamente bien… ¡El resultado fue la Torre Eiffel, todo eso sin hacer ningún cálculo!».
Rodrigo prosiguió diciendo: «A ti que te gusta el arte y la poesía, ¿sabías que Víctor Hugo compuso “Demain dès l’aube…” sacando al azar letras de un gran saco, y que Leonardo da Vinci pintó La Gioconda con los ojos cerrados para dejar lugar al azar? ¡El azar es ingeniero, poeta y artista a la vez!».
–¡Te estás burlando de mí!, le respondió Jaime, enfadado.
Explicaciones así parecen ridículas e incluso una falta de respeto hacia hombres como Eiffel, Víctor Hugo y otros tantos. Pero más absurdo todavía es creer que el cuerpo humano sea el fruto del azar, que la inteligencia y todas las facultades del hombre sean producto del caos.
Por nuestro lado, nos inclinamos ante la sabiduría de nuestro Dios Creador.
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